jueves, 16 de octubre de 2014

Victor Lustig, estafador.

Imagen. Víctor Lustig.
Nacido en 1890 en lo que hoy seria la República Checa, llevaba el titulo de Conde pero fue un hábil estafador reconocido por vender la Torre Eiffel dos veces entre otras muchas estafas que realizo en Europa primero y luego en EEUU. Estando en París en el año 1925 se entero mediante la prensa, que la Torre Eiffel necesitaba mantenimiento, el cual resultaba demasiado caro para la ciudad y se especulaba que sucedería con ella.
De inmediato se le ocurrió “venderla”, falsifico documentación y junto a un cómplice llamado Collins, citan a seis empresarios chatarreros a los que les ofreció, haciéndose pasar por un jerarca de la ciudad, venderles la torre como chatarra ya que el mantenimiento de la misma se hacia imposible de realizar por los altos costos que estos tendrían. Estos comerciantes debían hacer una oferta de sobre cerrado y mantener el secreto para que el alcalde no tuviera problemas con la opinión publica ya que la torre era un símbolo de la ciudad y para esa época seguía siendo la construcción más alta del mundo. De entre los oferentes eligió al más apretado económicamente y más vulnerable a su juicio.
André Poisson fue la víctima seleccionada, pero la señora de éste sospechó por el secretismo de todo el asunto y la rapidez con que se debía serrar el trato. En una nueva reunión Víctor para tranquilisarlo a él y su señora les explico que el apuro se debía a que algunos funcionarios deberían de ser sobornados para que todo saliera según lo planeado y no escapara a la luz pública el asunto y al actuar deprisa no tendrían tiempo para hecharse para atrás, ésto tranquilizo a Poisson lo suficiente como para cerrar el trato. Víctor no solo toma el dinero de la transacción sino que también el del supuesto soborno y huyeron junto a su complice de inmediato hacia Viena.

Imagen. 
Los días pasaron y la estafa no salto en la prensa, el conde se dio cuenta que el pobre de Poisson debió de sentirse humillado por haber sido engañado y no realizo la denuncia a la policía, lo que aprovecho Víctor para repetir la estafa.  Un mes después volvió a París para reunir a otro grupo de comerciantes y ofrecerles el mismo “negocio”.
Aquí surgen dos versiones, una dice que la nueva víctima realizo la denuncia antes de cerrar el negocio y la otra versión dice que sí se cerro el trato y que la denuncia llega después de que la víctima entregara el dinero. En ambas versiones Víctor y su complice deben de huir a EEUU para escapar de la policía. En EEUU sigue con sus estafas, gana 200 mil dolares vendiendo a varios empresarios una caja que fabricaba dolares.
Esta caja tenia un mecanismo que expedía un billete de 100 dolares cada cierta cantidad de horas. Después del tercer o cuarto billete la máquina ya no funcionaba más, ya que Víctor solo ponía 4 billetes dentro de ella, pero esos 300 o 400 dolares que expedía la máquina le daba tiempo suficiente como para huir sin prisa. Otra de sus víctimas fue Al Capone que le facilita 50 mil dolares para que los multiplique en inversiones, pero Víctor no los invierte los guarda en el banco y a los dos meses se vuelve a reunir con Al Capone para explicarle que el negocio salio mal y que no solo perdió los 50 mil dolares, sino que también perdió dinero propio dejándolo al borde de la quiebra.
Cuando Al Capone le comienza a explicar en la forma que lo mataría después de torturarlo, Víctor con aire de víctima le dice que el nunca pensó en no devolverle el dinero y pide que lo lleven al banco que él retiraría sus últimos ahorros para devolverle los 50 mil dolares. Es llevado al banco y retira los 50 mil que había depositado un par de meses atrás y se los entrega a Al Capone que ni se imagina que es su propio dinero. El mafioso se siente conmovido por Víctor y le entrega 5 mil dolares en compensación para ayudarlo.
La carrera de Víctor termina en 1934 cuando es detenido por la falsificación de 130 millones de dolares. En prisión vuelve a encontrarse con Al Capone que ya había sido condenado por evadir impuestos. Capone no tuvo resentimientos hacia él, incluso bromeo con él diciéndole que debió de haberle servido de abogado, a lo que éste contesta – No, debí de haber sido tu contador.
Víctor Lustig fallece en prisión en 1947 a los 57 años por una neumonía.

   

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